Antes de trabajar como redactor y copy hice un montón de cosas. Y en cada una de ellas aprendí mucho más de lo que parece.
Igual te sorprende, pero no siempre he sido redactor de contenidos o copywriter.
He trabajado en varios sitios.
He sido camarero, peón de albañil, mozo de almacén, agente de seguros y otras cosas más.
Una de ellas tiene mucho que ver con mi gran afición por la cocina: trabajar en un asador de pollos.
¿Por qué te cuento esto? Porque aunque no lo creas, algunas de las cosas que aprendí las pongo en práctica en mi trabajo actual.
Si te parece raro, sigue leyendo y verás como se pueden aprender muchos trucos de donde menos te lo esperas.
No hay dos clientes iguales
Cuando entra alguien a comprar un pollo asado tiene muy claro lo que quiere.
No, no me refiero solo a su pollo, como es normal.
Algunos quieren un pollo más tostado, otros piden más salsa de lo normal, los hay que piden solo patatas fritas, mientras que los hay que también quieren unos pimientos.
Hay quien no quiere pollo y pregunta por otras raciones.
¿Quién puede entrar en un asador de pollos para pedir otra cosa? Pues cualquiera que no tenga ganas de cocinar.
La conclusión es que aunque puede parecer que dos clientes quieren lo mismo, la realidad es bien distinta.
Por eso no se puede tratar a un cliente de copywriting igual que a otro, aunque se dedique al mismo nicho.
Además, siempre va a haber alguien que te pida algo que parezca extraño.
Hay quejas productivas
Recuerdo que uno de los clientes del asador se quejaba cada vez que venía.
En cuanto lo veíamos entrar por la puerta nos mirábamos, esperando a ver lo que se le ocurría decir.
No fallaba ni una sola semana, siempre con una nueva queja.
Pero siempre se llevaba un pedido.
Me he preguntado muchas veces por qué no dejaba de venir, en lugar de irse a otro asador o comprar comida en un sitio diferente.
Y llegué a una conclusión, que aplico cuando un cliente tiene una queja.
Un cliente que dice lo que no le gusta en realidad está mostrando una gran confianza en la persona que lo atiende.
Y esto es muy bueno, por varias razones:
- Se siente libre de decir lo que le parece porque sabe que le escuchan.
- Sabe que aunque se queje le van a atender bien.
- Las quejas son oportunidades de fidelizar un cliente si se saben aprovechar.
Es verdad, cuando se recibe una queja no es nada agradable. Pero un cliente que se queja y aun así sigue pidiendo el servicio en realidad busca alguien que sepa escuchar y atender sus necesidades.
Nunca te cierres a nuevas oportunidades
La carta del asador de pollos incluía otro tipo de raciones, pero nunca parecía estar completa.
Siempre aparecía alguien que preguntaba por algo que no teníamos.
Por ejemplo, algunos decían que además del pollo les gustaría llevarse el postre.
Otros preguntaban si en lugar de pollo podían pedir un conejo asado.
En el asador no se podía hacer todo lo que pedían, pero a menudo se probaban nuevos platos.
Algunos solo se hacían en ocasiones especiales, pero otros pasaban a formar parte de la carta definitiva porque en cuanto salían de la cocina se vendían.
Así llegaron las paellas de los domingos, las tartas de queso y las lasañas sin gluten.
Y esta es la tercera lección que aprendí sobre copywriting. Bueno, en realidad se puede aplicar a muchos otros servicios.
Siempre hay una nueva oportunidad a la vuelta de la esquina, lo importante es saber aprovecharla.
Lo que vives es lo que te enseña
No te quiero aburrir más, porque tengo la sensación de que este post es más un ejercicio de motivación personal que un artículo para un blog.
Pero quiero que veas que de las experiencias pasadas siempre se pueden aprender lecciones interesantes.
Si no hubiera trabajado en el asador, es probable que ahora no fuera redactor de contenidos ni hiciera trabajos de copy.
Solo espero que algo de lo que te he contado te parezca interesante y te ayude de alguna manera.
Ahora cuéntame, ¿en qué trabajos has aprendido más, aunque no tenga nada que ver con lo que haces ahora?
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